¿Qué es la personalidad?
El gran pack que es la personalidad
A veces decimos que alguien tiene “mucha personalidad” o comentamos de otros que “no tienen personalidad” pero ¿es correcto hablar así? ¿la personalidad es algo que se tiene o no se tiene? ¿se puede medir cuantitativamente?
Cuando hablamos de personalidad hablamos de la forma de ser de una persona, de cómo piensa y cómo siente, y de cómo organiza esos sentimientos y pensamientos. Estamos hablando de cómo uno reacciona al mundo y a los acontecimientos, cómo lo interpreta, cómo lo ordena, qué prioriza; también de qué cosas le motivan o a qué teme.
La personalidad en modo autopiloto
La mayoría de estas cosas las hacemos inconscientemente y casi lo explicaríamos como algo ajeno a nuestra propia voluntad; decimos que es “nuestra forma de ser” y es “cómo somos”.
Lo cierto es que sería agotador ser conscientes de todo lo que nuestro cerebro percibe y decide a lo largo del día. Para ahorrar energía creamos patrones “asfaltando los caminos más utilizados” y así se construye nuestra personalidad.
Esto no significa que siempre actuemos igual, en absoluto, ya que somos seres dinámicos en constante cambio y crecimiento (o deterioro), pero sí podemos admitir cada uno que tenemos ciertas rutas que tomamos con los ojos cerrados y que lo hacemos “sin pensar”.
En palabras de nuestra amiga Wikipedia: “La personalidad es un constructo psicológico, que se refiere a un conjunto dinámico de características psíquicas de una persona, a la organización interior que determina que los individuos actúen de manera diferente ante una determinada circunstancia. El concepto puede definirse también como el patrón de actitudes, pensamientos, sentimientos y repertorio conductual que caracteriza a una persona, y que tiene una cierta persistencia y estabilidad a lo largo de su vida, de modo tal que las manifestaciones de ese patrón en las diferentes situaciones posee algún grado de predictibilidad.”
¿La personalidad, se nace con ella o se hace?
Si hablamos de la personalidad como el conjunto de rasgos y cualidades que configuran la forma de ser de una persona, podríamos afirmar que algunos aspectos de la personalidad se pueden ver desde pequeños en los niños, y que otros se van desarrollando afectados por el entorno, situaciones e influencias.
Yo me sorprendo cada día con mis hijos, viendo características en ellos desarrollarse que ya se vislumbraban desde los primeros años: que si uno es muy empático, que si consigue manipular así, que si lo que más le importa es la razón, que si es competitivo, que si siempre quiere ganar, si se le nublan los ojos cuando ve a otro llorar, si jamás se le ocurriría romper una regla de un juego, si quiere defender al que esté siendo atacado, si es un perezoso, etc…
Yo diría que desde el nacimiento parece que ya tenemos ciertas tendencias y características en nuestra personalidad – y me atrevería a decir que desde el embarazo: he tenido mellizos y desde esa etapa de gestación ya me parecía distinguir si uno era más más activo, el otro más vagonete…. – pero sin duda el entorno tiene muchísimo que ver en el desarrollo de la personalidad.
Un niño puede “nacer” perezoso y vago pero su entorno (familia, profesores, amigos) erraría si dijeran “bueno, es que este es así, no le hagáis hacer nada, hacedlo todo por él”…. ¿a qué tipo de vida adulta aspirará?
Un buen entorno le enseñará a esforzarse cuando no tenga ganas, a guardar sus juguetes, a echar una mano al poner la mesa, etc… Me imagino que ese niño, al llegar a ser adulto, será de los que prefieren echarse al sofá con una serie que ponerse a vaciar el lavavajillas. Esa “tendencia” a ser perezoso quizá siempre permanezca ahí pero no debe ser algo que bloquee la maduración de la persona como adulto sano, es decir alguien que pueda funcionar con madurez y éxito.
Lo cierto es que podemos cambiar ¡menos mal!
Ya no vale eso de que “yo es que soy así y a los demás que les den”.
Creo que tenemos la capacidad y la responsabilidad de crecer y madurar nuestra personalidad. Podemos aprender a ser más detallistas o generosos, a ser menos gruñones o a tener más confianza en nosotros mismos.
No te tienes que llevar a la tumba la misma personalidad con la que naciste.
La personalidad y el verdadero yo

Puede parecer obvio decirlo pero todos nacemos para vivir y luchamos por sobrevivir desde el primer momento.
Desde pequeños, cuando nos sentimos amenazados, comenzamos a crear mecanismos de defensa y de supervivencia. Dependiendo del entorno, de quiénes y cómo son nuestros padres, cómo nos tratan nuestros amigos, profesores, etc., vamos adoptando diferentes estrategias que nos permiten salir ilesos de la amenaza, contentar a los mayores, pertenecer en nuestros grupos y tener éxito en nuestra cultura y contexto.
Estas estrategias y mecanismos de defensa se activan y las aplicamos de una forma tan frecuente y automática que nos acaba costando diferenciarlas de nuestro verdadero yo.
Entender la personalidad como tu máscara
No está súper clara la etimología del término “personalidad” pero una de las posibilidades es que proceda del griego “prosopon”, que significa “máscara teatral”. Si lo piensas, la personalidad es tu máscara, es tu herramienta para relacionarte con otros y la vida, y es la parte de ti que los demás ven y con lo que se relacionan.
Quizá llegues a admitir que a veces parece que tienes una personalidad con un grupo de amigos, otra en clase o el trabajo, otra en casa…. La cosa es que tu personalidad puede ser diferente a tu “verdadero yo”.
“Nuestro yo original y resplandeciente queda enterrado en un lugar tan profundo que la mayoría de nosotros no vivimos conforme a él. En cambio, vivimos conforme a todos nuestros otros yo, los cuales nos ponemos y nos quitamos constantemente, como si fueran abrigos y sombreros, para enfrentar el clima del mundo” Frederick Buechner
El Eneagrama como camino de liberación
El Eneagrama enseña que somos mucho más que nuestra personalidad y la ve como una herramienta que en cierto sentido se ha convertido en nuestra jaula, de la cual podemos liberarnos cuánto más nos conozcamos a nosotros mismos (y cuanto más conozcamos a Dios, lo cual muchas veces va de la mano).
En el ya clásico y lectura obligatoria “La Sabiduría del Eneagrama” de Don Richard Riso y Russ Hudson, explican de forma brillante:
“Generalmente no experimentamos nuestra esencia ni sus muchos aspectos porque nuestra percepción está muy dominada por nuestra personalidad. Pero cuando aprendemos a percibir nuestra personalidad, esta se hace más transparente y entonces podemos experimentar más directamente nuestra esencia. Seguimos funcionando en el mundo, pero con una creciente comprensión de nuestra conexión con la divinidad.”

La liberación de conocerte “¡Encantado de conocerme!”
¿Alguna vez has tenido la sensación de que nadie te conoce? ¿de que hasta tus amigos o familiares más cercanos desconocen de verdad cómo eres? Es un sentimiento muy solitario – pero muy común.
También muchos podríamos reconocer que muchas veces ni siquiera nos conocemos a nosotros mismos.
A veces nos sentimos atrapados en la persona que otros esperan que seamos o que nosotros queremos ser.
O nos podemos sentir frustrados por querer mejorar o cambiar en algún aspecto y ver que una y otra vez repetimos hábitos que en el fondo sabemos que no queremos.
El Eneagrama nos ayuda a descubrir cuáles son esos patrones de pensamiento y comportamiento que nos acompañan desde quién sabe cuándo; nos ayuda a destapar actitudes y valores que quizá no escogeríamos con nuestra lógica o conciencia pero que gobiernan nuestras vidas.
Y al conocernos más, al vernos en el espejo, podemos aceptarnos, amarnos y crecer.
“El Eneagrama no nos encierra dentro de una caja, nos muestra la caja en que ya estamos, y la salida”. (Don Richard Riso y Russ Hudson – “La Sabiduría del Eneagrama”)
El siguiente paso: Entender lo que es el Eneagrama
En el siguiente artículo te explico lo que es el Eneagrama.
Pero si eres un pelín impaciente… sáltatelo y ve directamente a conocer los 9 tipos de personalidad.